Para los que no estén familiarizados con las leyes educativas Españolas, la ley de Educación Lomce, como todas las leyes educativas tiene unos objetivos, que se matiza en unos contenidos y estos en unos criterios para evaluarlos. La Lomce ha añadido de cada criterio, unos estándares evaluables, que sería una concreción más clara de los criterios y son aplicables directamente al aula.

Además estos estándares, sirven de pasarela entre las áreas (propias de España) y las competencias (propias de Europa)

Desde hace unos años, las personas que coordinan la implantación de la ley y ante la falta de correspondencia entre los objetivos y los criterios de evaluación de las leyes anteriores, para poder aplicar la ley en los centros nos transmitieron que nos basáramos en los criterios y que eso era lo importante. Lo importante es de qué te van a evaluar por encima de los objetivos en sí.

A mí juicio y analizando las consecuencias a posteriori, esta decisión ha sido «resultalista» y si el objetivo tuviera que ser superar un examen (Aclaro que un examen tiene la consecuencia de aprobar o suspender y de comparar con los demás participantes de esta prueba), hubiera sido una buena decisión y la compartiría. La diferencia es que hay que decidir ¿cuál es el objetivo de la educación? superar un examen, superar unas pruebas externas para subir en un ranking de hipotéticos buenos «países en educación» o por el contrario el objetivo es formar a personas que van a ser el futuro de nuestro país.

Alguien en este momento puede atreverse a decir que ambas cosas son compatibles, pero no lo son si se prioriza el resultado. Pongo dos ejemplos:

• No es compatible enseñar a aprobar el examen de conducir y aprender a conducir si partes del objetivo de enseñar a aprobar.
• No es compatible enseñar unos valores deportivos, con el todo vale para ganar.

Continuará—